¿ Cómo funciona una escuela tradicional de taijiquan ? por Denis (sarmoung2004@yahoo.com)


Para responder a esta pregunta, primero debemos entender qué es lo importante en una escuela. Desde luego no el edificio, ni contar con unas instalaciones lujosas, sauna, jacuzzi, música ambiental, calefacción, bonos descuento por participar en múltiples actividades, servicio de masajes incluido en la cuota...
No, lo relevante en una escuela es la calidad de la enseñanza avalada por un buen maestro y un programa serio de trabajo.
Una escuela así puede funcionar sin problemas en casi cualquier lugar y ámbito. En la China feudal de hace trescientos años, la enseñanza se impartía en los patios de las casas, en una sala diáfana o en medio del campo. Cuando el taijiquan era un arte secreto practicado por el clan Chen se practicaba de esa manera, y en la actualidad no ha cambiado mucho. En Chenjiagou se sigue enseñando así. Y en las ciudades modernas funcionan escuelas muy serias, donde maestros de reconocida solvencia enseñan al aire libre en parques y plazas.
Antes de convertirse en instructor de la guardia imperial y la aristocracia manchú, Yang Luchan practicaba y enseñaba en la calle.
Con frío, con calor, indiferente a la gente que pasa, mira, comenta, hace fotos, etc. la enseñanza del taijiquan se puede desarrollar sin mayores problemas siempre que exista un buen instructor conocedor del estilo y un grupo de alumnos dispuestos a aprender.
Si reducimos una escuela a lo esencial no se necesita otra cosa. Contar con un local o un lugar a cubierto puede ser muy útil en lugares lluviosos, y también puede servir para guardar algún material como balones con lastre, pesas, palos, espadas, paos, petos, guantes, sacos… pero si no se dispone de local, cualquier lugar a cubierto (un puente, un pórtico) puede valer para entrenar.
En una escuela tradicional es más importante lo que no se ve que lo que se ve. Es un espíritu, algo etéreo, intangible pero fácil de identificar si tienes sensibilidad para ello.
Sin embargo hay algunos aspectos intangibles que a veces pasan desapercibidos y también son fundamentales para el aprendizaje. Me refiero al sistema de relaciones que se establece dentro de la escuela.


En Occidente estamos impregnados de una mentalidad mercantilista. Yo pago, luego exijo. Esta forma de ver las cosas encaja mal en una escuela tradicional. En la China feudal nadie habría osado exigir algo a su maestro, basándose en la idea de pago a cambio de conocimientos. Tampoco significa esto que en una escuela tradicional no se cobren cuotas. Es evidente que el maestro tiene que comer. Tal vez tenga hijos, deudas con el banco… pero lo importante no es el dinero, sino la relación particular entre maestro y alumno, el compromiso de enseñar y aprender que establece cada uno con el otro y consigo mismo. Si esa parte funciona el dinero es algo secundario, y si pasas por una mala situación es más que probable que tu maestro decida “olvidarse” de cobrarte durante algún tiempo. A su vez tu cuota es parte de un acuerdo privado y seguramente otros pagarán más, menos o nada y eso no es de tu incumbencia.
Por otra parte, un maestro tradicional te enseñará “a su manera”, con su propia pedagogía que te gustará o no pero que, con toda seguridad no será agradable en determinados momentos. El maestro está para enseñarte, no para divertirte y a veces el aprendizaje es duro. La idea de diversión que tenemos asociada a la actividad física es algo reciente y propio de la sociedad del consumo y el bienestar. En la Grecia clásica, en el Imperio Romano, en el Japón de los sumarais o en la China del siglo XVIII la gente no entrenaba para divertirse sino para sobrevivir. Esto no significa que el aprendizaje tenga que ser sufriente, sino que es una labor que requiere sacrificio y esfuerzo personal. Esfuerzo que no siempre es físico. También puede ser mental e incluso emocional. Pero en un ambiente así el aprendizaje también tiene momentos muy agradables difíciles de describir y explicar a quién no los ha vivido.
Incluso cuando la intención de la práctica no es marcial, siguen siendo válidos esos valores de esfuerzo, de atención, de compromiso e incluso de supervivencia frente a la forma de vida caótica, insolidaria y deshumanizada de hoy. Buscar una vida más plena, más armónica con la naturaleza, con los demás, con uno mismo requiere un esfuerzo constante. En una escuela tradicional, lo esencial de la enseñanza son los valores y lo demás viene solo.
Finalmente, merece especial mención un aspecto a veces muy descuidado en las escuelas, que es la relación entre compañeros. Una escuela tradicional funciona de un modo similar a los antiguos gremios medievales, donde se enseñaban oficios en talleres dirigidos por un maestro. Allí existían distintos niveles y grados de compromiso y los más antiguos tenían obligaciones para con los nuevos, que a su vez debían respetar a aquellos y tomar ejemplo de ellos. De un modo más simple pero manteniendo ese espíritu, en una escuela tradicional la relación entre amigos cobra gran relevancia porque no se puede aprender solo. Tan importante es aprender del maestro y de los alumnos antiguos, como apoyar a los más nuevos en un camino que todos recorremos juntos. Una escuela tradicional es una hermandad.

La experiencia de practicar y aprender en una escuela tradicional es única y no se puede comparar a nada conocido.


Denis (sarmoung2004@yahoo.com)

No hay comentarios:

Publicar un comentario